Cuando convivimos con una persona que tiene pérdidas de memoria por una demencia, hay algo que se repite más que los olvidos: la frustración.
Frustración por parte del cuidador, por tener que repetir una y otra vez.
Frustración (y muchas veces tristeza) por parte del enfermo, que se da cuenta de que algo no va bien… pero no sabe cómo gestionarlo.
Y en ese cruce de emociones, las palabras importan más de lo que creemos.
Aquí te dejo 4 frases que deberías evitar a toda costa, aunque salgan solas en un mal momento:
- “Te lo he dicho antes”
Aunque sea verdad, decirlo no ayuda.
Lo único que consigue es hacer sentir mal a quien te escucha.
Para esa persona, puede ser la primera vez que oye eso. Literalmente. - “Tú te acuerdas de lo que te interesa”
Una frase que suena a reproche y que traslada culpa a quien no la tiene.
No está fingiendo, ni “pasando del tema”. Es la enfermedad la que borra, no la falta de interés. - “Me canso de repetirte siempre lo mismo”
Totalmente comprensible. Cansa.
Pero decirlo no soluciona nada.
Al contrario: puede generar angustia y hacer que quien lo escucha se cierre o deje de preguntar por miedo a molestar. - “¿No te acuerdas?”
Una trampa disfrazada de pregunta inocente.
No, no se acuerda. Y si le fuerzas a reconocerlo, lo único que haces es recordarle su deterioro.
Mejor: reformula, guía, repite sin presión.
¿Y entonces qué hago?
Primero: respira.
Es normal que estés cansado. Que pierdas la paciencia. Que se te escape alguna de estas frases.
Pero recuerda siempre: no lo hacen a propósito.
Es la enfermedad la que habla. No tu familiar.
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